Lectura: 2 Corintios 4:16-18

Una señal de que estamos envejeciendo es cuando decimos: “Que extraño, a mí nunca me había dolido este lugar”, “Me hace falta tomar este medicamento, y este medicamento, y este medicamento…”, “No reconozco a la mitad de los jugadores del partido que estoy viendo”.  “Conozco a ese actor de cine, pero en esta película parece verse más viejo, ¿será maquillaje especial?”

Envejecer es inevitable, pero la sociedad en la cual vivimos, nos quiere hacer creer que debemos temer por el paso de los años y por ello debemos ocultar todo tipo de actitudes o situaciones físicas que delaten nuestra edad. 

No obstante, la vejez puede ser algo maravilloso; como creyentes tenemos la capacidad de mejorar con los años, tal como lo expresó el apóstol Pablo: “aunque se va desgastando nuestro hombre exterior, el interior, sin embargo, se va renovando de día en día” (2 Corintios 4:16).

Así como hay señales físicas que revelan el paso de los años por nosotros, también hay marcas que demuestran una mejoría.  En lugar de volvernos amargados y testarudos, los seguidores de Jesús espiritualmente maduros, se tornan mejores para perdonar, amar, ocuparse de los demás, entre otros sin número de buenas actitudes que podemos cultivar con el tiempo.

Envejecer es tan solo parte del viaje de la vida, y nos debe llevar a ser cada día más parecidos a Jesús en Su carácter y prioridades.

  1. Aprovechemos cada día como una oportunidad para crecer espiritualmente al lado de nuestro Señor; nuestros amigos notarán que con los años estaremos mejor.
  2. Con el paso del tiempo nuestro corazón y actitudes debe reflejar más y más a Jesús.

HG/MD

“Por tanto, no desmayamos; más bien, aunque se va desgastando nuestro hombre exterior, el interior, sin embargo, se va renovando de día en día.” (2 Corintios 4:16).