Lectura: Jonás 1:1-17

En ocasiones Dios permite que el clima haga una limpieza a fondo de mi casa.  Por ejemplo, hace un tiempo, tuvimos problemas con las tormentas tropicales, las cuales golpearon con fuerza los techos y ventanas de la casa, e incluso hicieron caer muchas de las ramas muertas que estaban en los árboles las cuales se depositaron en el jardín de mi casa, al final de la tormenta tuvimos que limpiar el gran lío que quedó.

En nuestras vidas también hay momentos en los cuales Dios actúa de manera similar, enviando o permitiendo que situaciones tormentosas nos sacudan y hagan caer las hojas que nos hemos negado a desechar de nuestra vida.

Y es que el ser humano tiende a acaparar y no dejar ir.  Por ejemplo, en algunos casos pueden ser cosas que anteriormente habían dado buenos resultados, como un área del ministerio que fue exitoso, pero que ahora no da casi nada de fruto.  Pero, en la mayoría de los casos, se trata de cosas o actitudes que no son buenas, como los malos hábitos que poco a poco se incorporan a nuestra vida y nos impiden seguir creciendo.

Jonás, el profeta del Antiguo Testamento, descubrió por las malas lo que puede pasar cuando nos negamos a abandonar una actitud testaruda. Su odio hacia los ninivitas era mayor que su amor hacia Dios; entonces, el Señor envió una gran tormenta que hizo que aquel hombre terminara dentro de un pez gigante (Jonás 1:4, 17). Dios preservó al testarudo profeta en ese lugar insólito y le dio una segunda oportunidad de obedecer (2:10; 3:1-3).

Las ramas sin vida de mi jardín me hicieron pensar en actitudes que el Señor espera que yo descarte. La carta del apóstol Pablo a los efesios enumera algunas de ellas: “amargura, enojo, ira, gritos y calumnia” (4:31). Cuando Dios nos sacude, debemos aprovechar para despojarnos de lo que estorba en nuestras vidas.

  1. Analicemos si en el jardín de nuestra vida hay ramas muertas de las que debamos deshacernos, pidámosle al Señor que nos ayude a identificarlas para que Él pueda hacer crecer ramas sanas.
  2. No seamos testarudos, permitamos que Dios limpie nuestra vida.

HG/MD

“Quítense de ustedes toda amargura, enojo, ira, gritos y calumnia, junto con toda maldad” (Efesios 4:31).