Lectura: Salmos 38:1-22

Son necesarios muchos años para hacerse de una buena reputación, pero tan sólo se necesitan unos instantes para destruirla por completo.

Cuando pienso en este principio se me viene a la memoria un amigo que conocí en la universidad, quien en general era muy tranquilo y nunca se metía en problemas.  No obstante, un día en un momento de estupidez, arrojó un fósforo (cerilla) encendido al bote de basura, lo cual provocó un incendio en gran parte del dormitorio donde dormía y por supuesto su reputación quedó por el suelo.  Desde ese momento fue recordado por sus amigos no por su buen comportamiento, sino por aquel momento en el que no pensó en las consecuencias.

La mayoría piensa que las personas jóvenes deben tener más cuidado con los actos que afectan su reputación, más esto no solo aplica a los jóvenes, es una verdad que también aplica para adultos de todas las edades, que pueden echar por la borda una buena vida, a causa de una mala decisión.

Al recordar esto es inevitable pensar en David, quien durante muchos años cargó con el estigma de su relación pecaminosa y adultera con Betsabé.  Aunque fue perdonado, su reputación había sido manchada.  No podemos tener total certeza sobre cuando fue escrito el Salmo 38, sin embargo en él, David describe la agonía de vivir con los resultados del pecado.  Para evitar esas terribles consecuencias, la Palabra de Dios nos aconseja que guardemos nuestro corazón, “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él emana la vida” (Prov.4:23), además de esto debemos andar sabiamente, “Miren, pues, con cuidado, cómo se comportan; no como imprudentes sino como prudentes” ( Efesios 5:15) y nos insta a seguir los pasos del Señor, “Pues para esto fueron llamados, porque también Cristo sufrió por ustedes dejándoles ejemplo para que sigan sus pisadas.” (1 Pedro 2:21).

  1. Tan sólo se necesita un momento para destruir tu buen nombre y testimonio como hijo de Dios, no dejes que esto suceda, mantente cerca del Señor.

 

  1. Si controlamos nuestro comportamiento y carácter, teniendo una relación creciente con Dios, nuestra reputación se mantendrá sin problemas.

HG/MD

““Miren, pues, con cuidado, cómo se comportan; no como imprudentes sino como prudentes” (Efesios 5:15)