Lectura: Hechos 11:19-26

Todos tenemos alguna tarea u obligación que resulta desagradable o aburrida, y que no apetece realizar, aun si pagaran muy bien por hacerla.

Por ejemplo, cortar el césped, lavar los platos, limpiar la habitación, bañar a la mascota, preparar los materiales para una clase en la iglesia, hacer la tarea, etc.  El desagrado puede ser tan grande que en ocasiones optas por no hacerlo a pesar de que sabes que es un deber inevitable.

Cuando esto sucede, debes decirte a ti mismo: “No tengo ganas, pero lo voy a hacer de todos modos”.  Reconocer tu falta de motivación para realizar una tarea y elegir ser responsable, te ayudará a superar la falta de ánimo para cumplir con las obligaciones.

En algunas de sus parábolas el Señor enseña a ver el valor que Dios le da a la fe y a la obediencia.  Por ejemplo, relató sobre dos hijos a quienes se les pidió que trabajaran en una viña.  El primero dijo no, pero después arrepentido por su mala actitud, fue a realizar la tarea (Mateo 21:29).  El segundo por otra parte, dijo que sí inmediatamente, pero terminó haciendo nada.  Al concluir la parábola el Señor les preguntó a los oyentes: “¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?” (v.31).  La respuesta es más que obvia, fue el que cumplió la obligación dada por su padre.

Esta ilustración brinda un principio espiritual que siempre debes tener presente.  Dios no quiere buenas intensiones que no terminan en nada, Él quiere fe y obediencia.

  1. La siguiente vez que no quieras hacer algo que es tu deber, detente y has lo correcto.
  2. La obediencia es fe en acción.

HG/MD

“Habiendo purificado la vida de ustedes en obediencia a la verdad para un amor fraternal no fingido, ámense los unos a los otros ardientemente y de corazón puro” (1 Pedro 1:22).