Lectura: Tito 2:1-10

Cuando estudiaba teología en mi juventud, tuve un maestro que impartía la clase de métodos para estudiar la Biblia; era muy bueno haciendo estudios, y sus enseñanzas y clases eran siempre interesantes.

El maestro era tan eficaz porque vivía lo que enseñaba, usaba palabras simples a la hora de enseñar, amaba a sus estudiantes y nos enseñó a amar la Palabra de Dios, todo esto debido a su testimonio de vida.  Él sin duda ponía en práctica las palabras de Tito 2:7-8: “mostrándote en todo como ejemplo de buenas obras. Demuestra en tu enseñanza integridad, seriedad y palabra sana e irreprensible para que el que se nos oponga se avergüence no teniendo nada malo que decir de ninguno de nosotros”.

Si como creyentes nuestros dichos no están respaldados por nuestras acciones, nuestro testimonio no será consecuente.  Nuestras vidas deben ser tan diferentes que provoque que la gente que nos rodea diariamente, se sienta atraída hacia la verdad de Cristo que reflejamos en nuestro diario vivir.

  1. Nuestras palabras y maneras de vivir deben reflejar el mensaje de Cristo.
  2. Un buen maestro no sólo conoce el camino, sino que también lo muestra.

HG/MD

“Mostrándote en todo como ejemplo de buenas obras. Demuestra en tu enseñanza integridad, seriedad” (Tito 2:7).