Lectura: Juan 5:1-9

A inicios de los años 90´s se vivió una de las etapas con más incertidumbre y miedo para la población de los Estados Unidos, todo esto provocado por Ted Kaczynski, mejor conocido como el Unabomber, quien tristemente se hizo célebre por enviar cartas bomba a personas en universidades y líneas aéreas.  Una de sus víctimas fue el profesor universitario David Gelernter, cuando sufrió serias lesiones como resultado de un atentado; más tarde y luego de algún tiempo él escribió las siguientes líneas: “Si se exhorta a una persona a que se vea como una víctima de cualquier cosa,  ya sea de un delito, la pobreza, la intolerancia o la mala suerte, se le hace la carga más pesada.”

Existe una tendencia general a vernos como víctimas de las injusticias de la vida.  Lo más sencillo es que sintamos que los problemas que enfrentamos, nos han despojado de alguna manera de las posibilidades, para poder llegar a ser las personas exitosas o felices que deseamos ser.

Se ha hablado mucho sobre la pregunta que Jesús le hace al hombre que yacía al lado del estanque de Betesda: “¿Quieres ser sano?” (Juan 5:6).  El hombre le contestó al Señor con una excusa que buscaba provocar lástima sobre su situación de salud: “Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando el agua es agitada; y mientras me muevo yo, otro desciende antes que yo” (ver.7), Jesús no cae en la trampa de la lástima y responde de forma directa al hombre: “Levántate, toma tu cama y anda” (ver.8).

Vivimos en un mundo caído, que está afectado por las consecuencias del pecado y por lo tanto sufriremos injusticias.  Hay muchas cosas que no podemos cambiar, los obstáculos no desaparecerán tan sólo porque tengamos fe.  Entonces, la pregunta obvia es: ¿Qué quiere Dios que hagamos con respecto a las circunstancias que pueden afectarnos?  Vuelve a meditar en la pregunta de Jesús al hombre del estanque: “¿Quieres ser sano?”  Ello implica una acción de nuestra parte: actuar para cambiar, luchar por nuestros sueños, enfrentarnos a la enfermedad, levantarnos de la cama en la cual nos ha postrado la trampa de la lástima. Es necesario apoyarnos en el Señor, Él estará a nuestro lado a lo largo del camino, para que aprendamos los principios que nos harán mejores personas, más dependientes del Señor.

  1. No tenemos por qué continuar haciéndonos las víctimas, pues tenemos un Salvador y Señor quien es más que vencedor: Jesús.

 

  1. Levántate, el Señor te está llamando a continuar tu camino con Él.

HG/MD

“Cuando Jesús lo vio tendido y supo que ya había pasado tanto tiempo así, le preguntó: ¿Quieres ser sano?” (Juan 5:6).