Lectura: 1 Pedro 1:3-19

Tan sólo has una llamada a un teléfono gratuito y la promesa es: “Jesús puede ser tuyo.”  Esa es la garantía de un anuncio de un muñeco de 60 centímetros de alto llamado: “El muñeco de Jesús.”  El muñeco lleva un manto escarlata, sobre una túnica blanca con un corazón rojo estampado en ella.

El anuncio dice que a los niños les encanta abrazar al muñeco, y los ancianos y los emocionalmente angustiados encontrarán una fuente de consuelo.  Por tan sólo $ 29.99, «Jesús puede ser tuyo.»

¿Te gustaría uno? ¿O te sientes tan incómodo como yo,  al creer que esta es una clara violación del segundo mandamiento, que prohíbe la construcción de cualquier ídolo? (Éxodo 20:4-5). ¡Ciertamente, el Redentor del mundo y el consuelo que ofrece, no se pueden comprar a un precio de ganga de 1 centavo menos de $30! Para mí, esto contradice el mensaje del evangelio.

“Jesús puede ser tuyo” – Sí,  eso es verdad.  Pero no se puede comprar. ¡En realidad, Él nos compró! Pasamos a ser de Jesús,  no gracias al pago de «cosas corruptibles, como oro o plata» (1 Ped. 1:18), sino simplemente confiando en el perdón y la gracia que Él nos ha dado por medio de Su preciosa sangre (v.19). Con Su sangre Él pagó el castigo por nuestro pecado.  Y a través de la fe en Él tenemos acceso a todas las riquezas del cielo.

1. No se puede comprar a Jesús.   Pero Él puede ser tuyo de forma gratuita.  Y si se quiere ser más exactos, los que hemos puesto nuestra fe en Él, somos suyos.

2. ¡La salvación no está en venta, es gratis!

NPD/VCG