Lectura: Génesis 40:1-14, 23

Laura visita frecuentemente el hogar de ancianos.  A ella le gusta conversar con los hombres y mujeres que viven en el lugar, casi todos le hablan de la soledad que sienten actualmente al haber vivido más tiempo que algunos de sus amigos, y muchos de ellos se preguntan si alguien los va a recordar después de que dejen esta vida.

No sólo los ancianos pueden sentirse solos y olvidados. En realidad, muchos nos podemos llegar a sentir limitados y solitarios, dejados de lado por circunstancias justas e injustas. A veces, incluso experimentamos lo que le sucedió a José, cuya historia encontramos en el Antiguo Testamento, ya que nos sentimos olvidados o ignorados por familiares, amigos y personas que no creemos que deberían olvidarnos.

En Génesis 40 se describen las vivencias de José mientras estaba preso. El copero había sido liberado y restituido en su puesto en la corte, tal como José le había dicho (vv. 9-13). José le pidió que lo mencionara ante el Faraón, sin embargo, el copero lo olvidó (vv. 14, 23).

Quizá nos sintamos olvidados; pero, como en el caso de José, esto no es verdad (42:9-13). Jesús está sentado a la diestra de Dios, y nuestras oraciones sin lugar a dudas llegan al trono del Rey porque nuestro Salvador es el mediador.

  1. Habla con Dios y acércate más a Él, puedes descubrir cosas increíbles de su presencia permanente en ti.
  2. Cuando te sientas solo, recuerda descansar en su promesa de que Él está contigo siempre (Mateo 28:20).

HG/MD

“Por lo cual estoy convencido de que ni la muerte ni la vida ni ángeles ni principados ni lo presente ni lo porvenir ni poderes ni lo alto ni lo profundo ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro.” (Romanos 8:38-39).