Lectura: Salmo 145:1-13
Es muy normal que cada familia tenga las famosas “recetas secretas”, ya sea que se refieran a una forma de hacer una comida o a una forma determinada de alcanzar el éxito en lo que emprenden.
Un vecino me comentó que su abuela preparaba el mejor de los estofados y tenía una receta secreta para hacerlo. Cada vez que celebraban un acontecimiento especial y la abuela preparaba su famoso platillo, se decían unos a otros: “Deberíamos de aprender a preparar esta delicia”; pero nunca le pidieron a la abuela que les enseñara o les diera la receta. Ahora, ella ya no está, y su receta secreta se fue con ella.
Aunque ellos lamentan no tener a la abuela ni su receta, hay algo que sí conservan y atesoran, es el legado de su fe y su ejemplo como creyente. Dios espera que cada generación comparta con la siguiente sus poderosas obras. “Una generación celebrará tus obras ante otra generación…” (Salmo 145:4).
Al compartir nuestras historias de cómo fuimos salvos y acerca de la ayuda del Señor para enfrentar los desafíos, nos alentamos unos a otros y lo honramos a Él. Su propósito es que disfrutemos de la familia y la comunidad, y que nos ayudemos mutuamente.
- Escuchemos a nuestros mayores y testifiquemos a nuestros hijos lo que hemos aprendido.
- En la fe no hay recetas secretas, pero hay algo muy claro y contundente, sólo en Jesús hay salvación y el Señor te invita a compartir su mensaje con quien quiera escucharlo.
HG/MD
“Porque todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán a aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?” (Romanos 10:13-14).





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