Lectura: 1 Corintios 12:4-11

Las haciendas ganaderas donde comúnmente los animales pastan en exteriores, tienen sus terrenos subdivididos en múltiples áreas separadas unas de otras, con estacas y alambres de púas, de manera que puedan mover a los animales de forma controlada y segura.

Cada una de esas estacas es importante, si una se cae, el ganado completo podría escapar por las secciones derribadas.

Este mismo principio se aplica a otras áreas de la vida.  Por ejemplo, si una parte del motor del automóvil se daña, esto provocará que el motor no funcione bien o se detenga.  Si un microchip de una computadora falla, la computadora en su totalidad no funcionará como debe.

A las iglesias locales se les puede aplicar el mismo principio.  Todos los creyentes somos vitales, el que trabaja con niños, los músicos, el que opera el sonido, los que trabajan con jóvenes, la persona de mantenimiento, el que predica; si una de estas personas empieza a fallar, también empezará a tener problemas el proceso que se intenta realizar en las iglesias, el cual consiste en: compartir las buenas nuevas con quienes aún no comprenden el mensaje de salvación y edificar a los creyentes.

Somos importantes para Dios, tanto como esa pequeña pieza que hace que el motor funcione como debe, no dejemos que nuestras mentes sean controladas por ideas negativas que menosprecian lo que hacemos por Dios; independientemente de nuestra capacidad, si estamos trabajando con todo amor y dedicación para Él, nuestro trabajo es de “provecho” (1 Corintios 12:7).

  1. Nuestro trabajo es importante para Dios y para la humanidad.
  2. Hasta el trabajo más pequeño que se hace bien para Jesús, tiene un gran valor.

HG/MD

“Pero a cada cual le es dada la manifestación del Espíritu para provecho mutuo” (1 Corintios 12:7).