Lectura: Salmo 100:1-5

Una familia se estaba mudando de la pequeña ciudad donde habían vivido durante algunos años, debido a que al padre le habían ofrecido una mejor oferta laboral en otro estado. Así que, a pesar de estar un poco apesadumbrados por el traslado, decidieron que era lo mejor para la familia. 

Antes de irse pasaron por la tienda de regalos del pueblo, la dueña era una adulta mayor muy agradable a quien conocieron en la iglesia donde iban; luego de ver un momento decidieron llevarse unos cuantos recuerdos entre ellos unos llaveros, la mujer se los envolvió con un papel muy bonito que traía el nombre del pueblo y de la tienda.

Luego de unos días de camino al fin llegaron, ya era de noche y decidieron esperar hasta el día siguiente para empezar a sacar las cosas de las cajas, así que se fueron a cenar a un restaurante cercano ya que estaban con mucha hambre.  Al llegar una joven los recibió muy amablemente y les preparó el especial de la casa.  Casi no había personas esa noche en el restaurante, así que entablaron una conversación con la joven dueña.

En medio de la conversación salió el tema de la mudanza y de donde venían, la chica les dijo que ella también era originalmente de ese lugar y que desde hacía tiempo tenía el deseo de ir a visitar a su madre y pedirle perdón pues no habían terminado en los mejores términos.  Una de las hijas de la pareja le dijo a su mamá: ¿y porque no le damos uno de los llaveros que compramos?, talvez eso la motive a regresar. Su mamá vio que era una buena idea así que regresó al auto y tomó uno de los llaveros envueltos de aquella tienda. 

Al dárselo, la joven empezó a llorar desconsoladamente, cuando le preguntaron si habían hecho algo malo, ella les dijo: “No, por el contrario, saben, este llavero viajó todo este largo trayecto con ustedes, y ahora está en mis manos, y es de la tienda que tiene mi mamá en el pueblo, gracias, esto me convenció que tengo que ir muy pronto a ver a mi mamá y pedirle perdón, gracias.”

¿Fue una casualidad? ¿O toda esa situación fue una bendición preparada por un Dios bondadoso a quien le encanta alentar a sus criaturas? Proverbios nos dice: “Del Señor son los pasos del hombre; ¿cómo podrá el hombre, por sí solo, entender su camino?” (20:24). Y en agradecimiento a ello, digamos: “…gracias; bendigan su nombre porque el Señor es bueno. Para siempre es su misericordia, y su fidelidad por todas las generaciones” (Salmo 100:4-5).

  1. ¡Cuán bueno es Dios con nosotros, demos gracias siempre por ello!
  2. El plan de Dios es perfecto, no te equivoques, no hay casualidades, Él tiene el control de todo.

HG/MD

“Del Señor son los pasos del hombre; ¿cómo podrá el hombre, por sí solo, entender su camino?” (Proverbios 20:24).