Lectura: Salmos 145:1-21

De las lecciones más importantes que aprendí asistiendo y luego liderando a grupos de jóvenes cristianos, fue la disciplina de estar a solas con Dios.

Esta experiencia es aún mejor, si el lugar está rodeado de naturaleza y estás sentado bajo la sombra de un frondoso árbol, o te encuentras escuchando el suave sonido de las olas rompiendo en la arena; ahí en esos lugares me sentí muy cerca de Dios, a solas con mi Biblia y una pequeña guía devocional.

No lo entendía por completo en ese momento, pero la exigencia de mis líderes de aquel momento de pasar a menos media hora sin la compañía de otra persona y al aire libre, fue uno de los mejores regalos que me pudieron haber hecho.

Estos tiempos me ayudaron a entender que el valor de estar a solas en “la selva”, no estriba tanto en lo que hay allí, sino en lo que no hay, como, por ejemplo: tentaciones externas, distracciones, valores falsos, presión de grupo, engaños, máscaras, exceso de información, falsa sensación de control; estas y muchas más cosas no estaban presentes para distraerme en esos tiempos con Dios.

Por el bien de tu alma y vida espiritual, es importante que te alejes de todo de vez en cuando.  De hecho, esta era una disciplina que Jesús realizaba a menudo en el desierto o en una montaña, porque seguramente eran los mejores momentos para meditar y reflexionar con su Padre Celestial (Lucas 5:16).

  1. Busca hoy un lugar donde estés relativamente apartado de los demás, ora, lee la lectura bíblica devocional, medita sobre lo aprendido, decide cómo lo aplicarás a tu vida y compártelo con alguien más.
  2. Los tiempos a solas con Dios, son en su mayoría momentos de silencio, pero también de escucha activa de tu corazón sobre las verdades y principios aplicables a nuestro tiempo y que se encuentran en su Palabra.

HG/MD

“Pero él se apartaba a los lugares desiertos y oraba” (Lucas 5:16).