Lectura: Proverbios 31:21-31

Cada vez que espero para pagar las compras en el supermercado, dedico unos instantes para darle un vistazo a las portadas de revistas que se exhiben en los anaqueles. Muchas de ellas se dedican a hablar de temas de la farándula, llenando sus páginas de chismes, sexo, dietas, acondicionamiento físico, salud y belleza exterior.  Casi ninguna de ellas aparta un espacio para los temas espirituales del alma.

Este tipo de literatura puede hacer que las personas tengan una idea equivocada de la vida, muchas de ellas están llenas de información poco confiable, ponen su foco en la belleza exterior y en las formas, como si la vida se redujera a la temporalidad.

Un conocido me contó sobre una conversación que había tenido con una joven muy hermosa y segura de sí misma.  En medio de la conversación, mi amigo le dijo: “Se ve que te sientes muy segura. ¿Me podrías decir a qué se debe?”. “Por supuesto —respondió la muchacha, es porque soy sumamente bella”. Mi amigo le dijo con una sabiduría extraordinaria: “Ah, cuánto lo lamento”. “¿Por qué?”, contestó la jovencita. A lo cual él respondió: “Quizás no siempre sigas siendo bonita”.

  1. “Engañosa es la gracia y vana es la hermosura” (Proverbios 31:30). La belleza física finalmente desaparecerá, a pesar de todos los esfuerzos que realicemos; todos los intentos por conservarla, fracasarán.
  2. La persona «que teme al Señor” (v. 30) es diferente, pues hay una belleza interior; la belleza auténtica que perdura para siempre.

HG/MD

“Engañosa es la gracia y vana es la hermosura; la mujer que teme al Señor, ella será alabada.” (Proverbios 31:30).