Lectura: 2 Corintios 9:6-15

Es muy interesante ver a un pequeño agricultor sembrar su próxima cosecha.  A menudo ellos se amarran a su cintura una pequeña bolsa, la cual está llena de semillas; una vez en el campo de cultivo bien arado para propiciar la oxigenación de los terrenos, aparentemente sin mucho cuidado, lanzan las semillas que llevan en la bolsa. A pesar de que pensemos que el agricultor está desperdiciando esas preciadas semillas, esto en realidad no es así, a su tiempo recuperará con creces su inversión.

Cuando tomamos la decisión de seguir a Cristo como nuestro Señor y Salvador, puede ser que a muchas personas a nuestro alrededor les parezca que estamos desperdiciando nuestra vida.  Pero nuestro Señor nos recordó que cuando “perdemos” la vida por Él, encontraremos nuestra verdadera vida: “El que halla su vida la perderá, y el que pierde su vida por mi causa la hallará” (Mateo 10:39).

El Señor nos desafía a que midamos nuestra vida por lo que nos espera, y no por lo que nos perdemos en este mundo; que valoremos los sacrificios realizados en lugar de valorar nuestra tendencia de acumular lo que en verdad no necesitamos, que apreciemos el amor que damos a los demás en lugar del que recibimos.

Un principio bíblico es que Dios se alegra y bendice a aquellos que se dan a sí mismos y a sus recursos con el fin de agradar a Dios (2 Corintios 9:6).  Si compartes con otros sobre el gozo que te trajo la salvación, Él te dará mucho más de lo que puedas tan siquiera imaginar.

  1. En Proverbios 11:24 se nos dice: “Hay quienes reparten y les es añadido más; y hay quienes retienen indebidamente solo para acabar en escasez”. Hazte un autoanálisis respondiendo la siguiente pregunta: ¿de este tipo de personas, realmente a cuál de ellas me parezco más?
  2. Cuando te aferras a lo material, pierdes; cuando te das a Dios completamente, eres bendecido.

HG/MD

“El que halla su vida la perderá, y el que pierde su vida por mi causa la hallará” (Mateo 10:39).