Lectura: Filipenses 3:7-14

Una conocida línea aérea, organizó un concurso que ofrecía la posibilidad de ganar 1 millón de millas de viajero frecuente por la compra de una determinada marca de panecillos dulces; la dinámica del concurso requería de la activación de un código para poder participar. Un hombre se obsesionó tanto, que gastó una gran suma de dinero, compró miles de panecillos dulces y finalmente se ganó el premio.  Mucha gente hizo mofa de esta persona al decirle que desde aquel momento su nombre sería: el hombre de los panecillos dulces.

Cuando la gente nos observa, ¿qué piensa que es lo más importante para nosotros?  A los amigos de Pablo les resultaba fácil identificar su pasión: “Pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está por delante, prosigo a la meta hacia el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14).

Incluso, si en el tiempo de Pablo hubieran existido los programas de concursos y fidelidad que hoy implementan las empresas, dudo que en medio de los compromisos de sus viajes misioneros, se haya distraído y desenfocado en otro tipo de actividades.  Jesús ocupó el primer lugar en su lista de prioridades, todo lo demás fue secundario: “Y, además, él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos para que en todo él sea preeminente” (Colosenses 1:18).  Con esto no estamos diciendo que no puedas tener entretenimientos o tiempo para jugar con tus amigos y familia; sin embargo, te debe servir de alerta el hecho de que esas ocupaciones empiecen a llenar el espacio y tiempo que Dios merece.

1. Al ver el ejemplo del apóstol Pablo, sin duda debes examinar en que estas invirtiendo tu vida y cuales son tus prioridades ¿Qué es lo más importante para ti? ¿Qué lugar tiene Jesús en tu vida?

2.    Jesús lo dio todo para salvarte, y tu ¿estás dando todo para servirle?

HG/MD

“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado. Pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está por delante, prosigo a la meta hacia el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” (Filipenses 3:13-14).