Lectura: Salmos 31:1-14

Algunos han sufrido el señalamiento de otras personas, al punto de que en ocasiones al observarlos sus acusadores se cruzan de acera con el fin de evitarlos.

El rey David también en una etapa de su vida sufrió a causa de sus personas que le juzgaban y odiaban, tal como lo demuestran sus palabras: “Para todos mis enemigos he sido objeto de oprobio. He sido objeto de horror para mis vecinos, y de miedo para mis conocidos. Los que me veían huían de mí.  He sido olvidado en sus corazones como un muerto; he venido a ser como un objeto inútil (Salmos 31:11-12).

Tal vez hayas experimentado tiempos en los cuales hasta tus amigos parecen que te han olvidado, no llaman, ni escriben, e inclusive ni nos hacen saber que oran por nosotros.

Es en esos momentos cuando podemos sentir más profundamente el amor de Dios.  Cuando a tu vida llegan tiempos solitarios y de angustia, Él nos busca y nos abraza con toda Su bondad, nunca estará ocupado para nosotros, Dios conoce los problemas de nuestra alma y en verdad le interesan (Salmos 31:7).  Es por ello que podemos confiar nuestras vidas a Él (Salmos 31:5), tal como lo hizo nuestro Señor Jesús cuando todos lo abandonaron y huyeron, la noche antes de su crucifixión.

  1. ¿Le importamos a Dios? La respuesta es ¡Sí! Dios nos invita a entregarle nuestras cargas y preocupaciones, ya que Él tiene cuidado de nosotros. (1 Pedro 5:7)
  2. ¡Puedes confiar en que Dios cuidará de ti hoy!

HG/MD

“Echen sobre él toda su ansiedad porque él tiene cuidado de ustedes” (1 Pedro 5:7).