Lectura: Salmos 42:1-11

Todos hemos pasado por momentos en los cuales las circunstancias de la vida nos han desanimado, o nos sentimos deprimidos por las frustraciones de no obtener lo que anhelamos.  El rey David, el extraordinario salmista, no fue la excepción y lo expresó de la siguiente forma: “¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera a Dios, porque aún le he de alabar…” (Sal.42:11).  Este es un buen consejo para cualquiera que está pasando por malos momentos en su vida.

En otro libro de la Biblia que conocemos como Hechos, nos encontramos la experiencia de vida de un hombre tan común como nosotros y conocido como Pablo. En el capítulo 27 de ese libro, nos encontramos a este hombre capturado, con cadenas, en camino a su juicio ante el despiadado Cesar Romano Nerón, y para empeorar todo, ahora una tormenta amenaza con hundir el barco en que viaja.

Mientras estaba en medio de esta situación de vida o muerte, un ángel se le apareció durante la noche y le aseguró que nadie moriría en aquella tormenta.  Pablo compartió este mensaje con sus compañeros de viaje: “…señores, tengan buen ánimo, porque yo confío en Dios que será así como me ha dicho” (Hechos 27:25).  Al igual que David en el Salmo 42, Pablo depositó toda su confianza en el Dios en quien creyó.

A pesar de que te sientas que no puedes más, o que sientas que todo está en tu contra, aun así puedes tener una buena razón para retomar tus fuerzas; pon tu mirada en aquel quien hizo el Universo, en tu Padre Celestial.

  1. Siempre que te sientas desanimado recuerda decir al igual que David: “Espera a Dios” y luego puedes decir al igual que Pablo: “Confío en Dios”

 

  1. Cuando no encuentres la salida, dirige tu mirada arriba y ¡alaba a Dios!

HG/MD

“¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera a Dios, porque aún le he de alabar. ¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios!”  (Salmos 42:11).