Lectura: Salmos 148:1-14

Eran las 5:00 a.m. en el Caribe costarricense, cuando salimos de nuestra cama para ir a cumplir con una misión particular que nos habíamos propuesto. La habitación del hotel estaba literalmente en el bosque tropical, los grillos atraían nuestra atención con su característico grillar, mientras los pájaros saludaban al alba con sus hermosos cantos, y las ranas croaban con su poderosa caja de resonancia; la vegetación en la luz tenue del amanecer, mostraba desde intensos verdes hasta delicados colores pastel, que daban color a aquella escena.

Llegamos a la playa y empezó nuestra búsqueda, fueron al menos 30 minutos de caminata, las olas rompían en la arena grisácea con ininterrumpida cadencia, y el viento soplaba sobre las palmeras que movían sus ramas produciendo un suave susurro. Al fin encontramos lo que tanto habíamos buscado, pequeñas criaturitas que eclosionaban de sus huevos, luego de aproximadamente 45 días después de que su madre los depositara en la tibia arena caribeña, midiendo tan sólo unos pocos centímetros, estas tortuguitas inician con entusiasmo su primera carrera hacia su destino, su hogar, donde tienen que afrontar desafíos y peligros propios del amplio mar. Algunas de ellas volverán dentro de algunos años a desovar nuevamente en las hermosas playas del Caribe costarricense.

¿Cómo podría experimentar este majestuoso paisaje paradisiaco de la creación del Señor sin alabarlo?  Mi corazón estaba consciente de toda aquella belleza y reconocí mi pequeñez frente a semejante expresión de majestad y creatividad de Dios en todo su esplendor.

El autor del Salmo 148 hace un reconocimiento de la asombrosa obra del Señor y el privilegio que tenemos de glorificar al Dios verdadero quien hizo todo, y renunció a su gloria para venir a vivir entre nosotros, para que al final de su vida terrenal, sufriera y resucitara al tercer día.  Ese Dios maravilloso quiere estar presente en tu vida.

  1. Las admirables obras de la creación señalan al único y sabio Dios.
  2. Únete y vive tu vida igual a quienes adoran y reconocen su necesidad del Creador del Universo.

HG/MD

“Alaben el nombre del SEÑOR porque solo su nombre es sublime; su majestad es sobre tierra y cielos” (Salmos 148:13).