Lectura: Jeremías 17:1-8
Hace algún tiempo tuvimos la oportunidad de viajar a una zona del país donde la mayor parte del paisaje es árido, entonces durante horas lo único que vimos fue tierra seca y marchitada por el sol que la golpeaba con sus poderosos rayos.
Sin embargo, en medio de toda esa aridez se destacaba del resto del paisaje una hilera de árboles verdes y con vegetación frondosa, la razón era que uno de los ríos más hermosos para pescar atraviesa esa zona, y todo lo que crece cerca de sus orillas experimenta los beneficios de una fuente inagotable de agua revitalizadora.
Este justamente es el cuadro que pinta Jeremías cuando afirma que aquellos que confían en el Señor son “como un árbol plantado junto a las aguas y que extiende sus raíces a la corriente” (Jeremías 17:8).
No obstante, aunque parezca extraño existen quienes prefieren el calor abrasador y la sequía asfixiante de una vida lejos de Dios, pero los que confían en el Señor serán vibrantes y fructíferos. Depender de Él es como poner nuestras raíces en el agua refrescante de su bondad. Nos fortalece la confianza en que su amor inalterable hacia nosotros nunca fallará.
- Puedes confiar en que Él convertirá tu tristeza en un beneficio, y que utilizará el sufrimiento y las circunstancias no tan agradables para que madures y seas más dependiente de Él.
- Sólo puedes llevar fruto abundante cuando estás ligado al agua viva: Jesús.
HG/MD
“Será como un árbol plantado junto a las aguas y que extiende sus raíces a la corriente. No temerá cuando venga el calor, sino que sus hojas estarán verdes. En el año de sequía no se inquietará ni dejará de dar fruto” (Jeremías 17:8).
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