Lectura: Lucas 17:1-10

El golf es un juego bastante complicado, en el cual no solamente se golpea una pequeña pelotita, sino que se  requiere saber cómo golpearla en el lugar adecuado, con la cara lateral del palo correcto. Existen palos que tienen cabeza de metal, madera o hierro, todos ellos sirven para diferentes propósitos; unos se utilizan para golpes más finos y otros para lograr efectos o para obtener distancias más amplias.  Existen también aditamentos especiales que se le añaden a la superficie de contacto del palo, para que se logre un efecto al que algunos le llaman “lugar suave” para lograr golpes precisos.

Esta idea de que un palo de golf pueda tener un “lugar suave”, y por así decirlo “perdonador”, nos debe hacer recordar la manera en que los creyentes deben responder a otros, en lugar de ser implacables como un palo normal, el cual requeriría un juego perfecto, utilizando la fuerza y precisión exactas.

Podemos ser como esos palos especiales que ayudan a corregir las fallas del jugador o su inexperiencia. Todos deberíamos tener espacio para un lugar suave, que provea espacio para perdonar a cualquier hermano en Cristo arrepentido (“Si siete veces al día peca contra ti, y siete veces al día vuelve a ti diciendo: “Me arrepiento”, perdónale” – Lucas 17:4).

Este es el modelo que nos dejó el Señor Jesús.   Es más, Él vino a la tierra a morir por nuestros pecados y a mostrarnos con sus palabras y sus hechos, lo que significa realmente el perdón.  En el transcurso de su vida e incluso en la cruz, perdonó a todos los que le invocaron por fe.  Debemos seguir su ejemplo.

  1. Quiénes hemos necesitado y experimentado tanto perdón, deberíamos perdonar más.

 

  1. Si tan sólo no necesitáramos el perdón del Señor, podríamos dejar de perdonar a los demás.

HG/MD

“Si siete veces al día peca contra ti, y siete veces al día vuelve a ti diciendo: “Me arrepiento”, perdónale” – Lucas 17:4.