Lectura: Juan 20:24-31
Durante su vida la poetisa y escritora Charlotte Elliot (1789-1871), se enfrentó a muchas situaciones y una de ellas fue a su discapacidad que la acompañó durante muchos años; aunque tenía todo el deseo y voluntad de ayudar a una escuela para niñas, estaba demasiado enferma.
Debido a esto se sentía inútil, y esta situación de desesperación interior hizo que por un momento dudara de su fe en Jesús. Pero luego de muchas horas de oración, escribió el himno “Tal como soy” (1835), en respuesta a su vacilación. En la segunda estrofa de la versión en español de este bello himno, se plasma ese sin sabor que sentía en aquel momento y cómo lo entregó al Señor en una actitud de dependencia:
Tal como soy, buscando paz,
en mi desgracia y mal tenaz,
conflicto grande siento en mí,
Cordero de Dios, heme aquí.
Muchos siglos antes de esta historia, un hombre también tenía muchas dudas acerca de su fe, me refiero a Tomás. Por esta razón, el mismo Jesús lo invita a palpar con sus propias manos las marcas de su crucifixión (Juan 20:27). Al tocarlas y ver que realmente era su amado Maestro, creyó, y Jesús le dijo: “¿Porque me has visto, has creído? ¡Bienaventurados los que no ven y creen!” (Juan 20:29).
En este domingo, los creyentes en Jesús somos todos aquellos que, aunque no vimos, creímos; a pesar de que en ocasiones debido a nuestras circunstancias terrenales también podemos tener interrogantes en el alma. Cuando esto pasa podemos clamar como el padre del muchacho endemoniado al ser desafiado por Jesús a creer en quién era Él; entonces el hombre respondió: “¡Sí, creo, pero ayúdame a superar mi incredulidad!” (Marcos 9:24-NTV). Jesús nos invita a acudir a Él tal como somos.
- ¡Está vivo! ¡Jesús está vivo! Puedes confiar en que te escucha, cree en Él.
- Ven a Él, es la luz verdadera, quien libera, rescata y da vida eterna a quienes creen en Él cómo Señor y Salvador.
HG/MD
“Jesús le dijo: ¿Porque me has visto, has creído? ¡Bienaventurados los que no ven y creen!” (Juan 20:29).
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