Lectura: Salmos 46:1-11
La vida está llena de momentos sorprendentes, desde el deportista que inesperadamente gana medallas en una olimpiada, sin ser necesariamente el favorito, hasta las sorpresas que en ocasiones nos brindan nuestros seres amados y que nos llenan de satisfacción y alegrías inesperadas.
No obstante, lo imprevisible de la vida no siempre es tan emocionante. En ocasiones nos fijamos metas, hacemos planes, tenemos proyectos y propuestas sobre lo que nos gustaría que suceda, pero, a menudo, apenas son un poco más que nuestras mejores suposiciones.
La verdad es que no tenemos idea de qué nos va a traer un nuevo año, un mes, una semana o, incluso, un día. Por eso, oramos y planificamos; y, después, confiamos en el Dios que conoce perfectamente lo que nosotros jamás podríamos predecir. Por eso, nos encanta la promesa del Salmo 46:10: “Estén quietos y reconozcan que yo soy Dios. Exaltado he de ser entre las naciones; exaltado seré en la tierra”.
La vida siempre será impredecible en esta tierra. Siempre habrá innumerables acontecimientos que nunca pueden saberse con certeza. No obstante, sí puedes estar seguro de que hay un Dios que lo sabe todo y que te ama profundamente. Al conocerlo a Él, puedes “estar quieto”; estar en paz.
- Confía en Dios, después de todo Él es el Dios verdadero.
- Aunque la vida sea imprevisible, hay algo que sí sabemos, si hemos depositado nuestra fe en Jesús, nos espera una vida eterna espléndida gracias a Él.
HG/MD
“Estén quietos y reconozcan que yo soy Dios. Exaltado he de ser entre las naciones; exaltado seré en la tierra” (Salmo 46:10).
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