Lectura: Ester 4:10-17

En una entrevista, un antiguo reportero de noticias dijo que un “doctrinario” no puede ser un buen reportero. Luego definió al doctrinario como una persona que tiene profundas convicciones de verdades absolutas en áreas de política y religión.

Si lo que quiso decir fue que un reportero debe presentar la verdad objetivamente, sin dejarse afectar por parcialidades personales, estoy de acuerdo con él. Pero si lo que quiso decir fue, en un sentido más general, que no debemos expresar nuestras convicciones en cuanto a lo que es bueno o malo en discusiones de política o religión, yo tendría que estar en total desacuerdo. Después de todo, ninguno de nosotros disfrutaría de la libertad política o religiosa si no fuese por hombres y mujeres que tenían convicciones por las cuales estaban dispuestos a morir.

En el Antiguo Testamento, la joven reina Ester estaba convencida de que Dios la había colocado en el palacio para que fuese su instrumento para preservar la nación. Debido a eso, Ester arriesgó su vida cuando decidió ir a ver al rey sin haber sido invitada. Desde, entonces, millones de creyentes han corrido riesgos similares y muchos han muerto por su fe.

No es una virtud ser tercos sobre cuestiones menores que las Escrituras no tratan directamente. Pero en los asuntos esenciales de la fe cristiana deberíamos, como Ester, estar dispuestos a morir por nuestras convicciones.

  1. Si no adoptas una postura por Cristo, cualquier cosa te hará caer.
  2. “Pues, para mí, vivir significa vivir para Cristo y morir es aún mejor” (Fil.1:21-NTV)

NPD/HVL