Lectura: Efesios 4:25-32

¿Qué crees? ¿Se podrá medir de alguna forma el grado de madurez espiritual de un creyente?  Por supuesto que no podemos medir esto tan sólo escuchando las oraciones que se pronuncian en alguna reunión, por la forma correcta de hablar en público, o por las enseñanzas de la Palabra de Dios.  Algunas oraciones o palabras “correctas y bonitas”, son pronunciadas para causar un efecto positivo en los “oyentes”, pero no en el “Oyente Supremo”.

La generosidad de nuestras ofrendas, tampoco es un buen instrumento para medir un grado de espiritualidad especial, ya que este tipo de acciones pueden efectuarse con el propósito de atraer reconocimiento personal o calmar una conciencia culpable.

Sin embargo; si existen acciones que demuestran que estamos yendo por un buen camino en nuestro andar de fe, una de estas acciones es nuestra capacidad de perdonar; es innegable que a la mayoría nos resulta sumamente difícil perdonar a una persona que nos ha ofendido.  Es en esos momentos que debemos recordar el ejemplo supremo de nuestro Señor y Salvador Jesús, quien realizó el sacrificio máximo: dar su vida por nosotros, quienes, sin lugar a dudas, lo habíamos ofendido.  Cuando pensamos en cuanto se nos ha perdonado, es imprescindible comprender también que nuestro deber es perdonar a otros así como Dios nos perdonó sin merecerlo; tal como nos lo recuerda el apóstol Pablo en Efesios 4:32: “Más bien, sean bondadosos y misericordiosos los unos con los otros, perdonándose unos a otros como Dios también los perdonó a ustedes en Cristo”.

Se cuenta que el evangelista y predicador británico Juan Wesley (1703-1791), viajaba con el general James Oglethorpe (1696 –1785), quien estaba enojado con un subordinado. Su subordinado al toparse con el general, humildemente le pidió perdón.  El general con mirada dura y áspera le contestó: “¡Yo nunca perdono!”.  De inmediato, mirándole a los ojos, Wesley le dijo al general: “¡Entonces, espero que usted nunca peque!”.

1. ¿Te gustaría que Dios te perdonara de la misma forma en la que tu perdonas a los demás? Medita en esta pregunta.

2.    Cuando te parezca que no puedes perdonar, recuerda cuanto te han perdonado a ti.

HG/MD

“Más bien, sean bondadosos y misericordiosos los unos con los otros, perdonándose unos a otros como Dios también los perdonó a ustedes en Cristo” (Efesios 4:32).