Lectura: Salmos 40:1-5

El salmista nos dice que Dios: “Puso en mi boca un cántico nuevo, una alabanza a nuestro Dios” (Salmos 40:3).  No obstante, reconoce que esto no fue fácil para él “Me hizo subir del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso. Puso mis pies sobre una roca y afirmó mis pasos (Salmos 40:2).

El escritor no nos dice lo que era ese “pozo”.  Tal vez era alguna situación difícil, o el resultado de una decisión errada, o algo que se complicó.  De cualquier forma esto resultó ser una situación muy complicada para el salmista.  Se sentía solo, no encontraba alivio, estaba estancado en una situación para la cual no había muchas salidas, estaba inseguro y nos lo describe como si estuviera estancado en lodo, la única solución era Dios.

Un creyente de origen chino, nos cuenta la siguiente parábola: “Un hombre se cayó en un pozo oscuro y sucio y trató de salir, pero no pudo.  Entonces vino Confucio.  Vio al hombre en el pozo y dijo: “¡Pobre hombre!  Si me hubiese escuchado, nunca habría caído”.  Y se fue.  Luego vino Buda y vio al hombre en el pozo y dijo: “¡Pobre hombre!  Si pudiese llegar hasta aquí lo ayudaría”. Y también se fue.  Entonces llegó Cristo y dijo: “¡Pobre hombre!  Saltó al pozo y lo ayudó”.

Dios sacó al salmista del “pozo” y le dio un cantico nuevo, el cual también nosotros podemos cantar si nos ha librado de problemas.

  1. La salvación de Dios, a menudo llega cuando la hora de la prueba, es más oscura.

 

  1. El Señor está deseando que admitas tus errores y le busques, ¿Qué estás esperando?

HG/MD

“Puso en mi boca un cántico nuevo, una alabanza a nuestro Dios. Muchos verán esto y temerán,  y confiarán en el Señor.” (Salmos 40:3).