Lectura: 2 Corintios 6:3-11

En una tienda de antigüedades, contrataron a un joven para que, dentro de otras cosas, ayudará con las ventas, limpiara la tienda y buscara en el sótano de la tienda viejos artículos olvidados hacía ya muchos años, que el dueño nunca había podido revisar por las numerosas compras en ventas de garaje a las que asistía para buscar mercancía.

Dentro de las cosas olvidadas, el joven encontró una serie de postales de beisbol, no obstante, había una que lucía muy vieja y arrugada, pensó por un momento ponerlas en un portal de ventas por internet por unos 20 dólares, pero algo le decía que mejor consultara a un amigo que sabía bastante de ese tipo artículos de colección del beisbol.

Hizo lo correcto, el experto confirmó que era una postal de 1869, del primer equipo profesional de beisbol de los Estados Unidos, los Red Stocking de Cincinnati.  La postal tenía un precio de más de 75 mil dólares.  El experto dijo que, aunque estaba un poco descolorida y arrugada, lo más importante era su autenticidad, era genuina.

El apóstol Pablo y sus compañeros de viaje misionero, sufrieron mucho en sus viajes misioneros.  En 2 Corintios 6 él nos compartió parte de sus pruebas, también parte de su carácter en Cristo (v.4-7).  Al compartir esto, les quería compartir a sus lectores, que en la vida de un creyente hay múltiples posibilidades, desde estar bien, hasta recibir azotes, estar encarcelado, y aun en medio de ello mostrar amor, bondad y perseverancia.

Así que, aunque estuvieran adoloridos, emocionalmente agotados y espiritualmente probados, por la autenticidad de su amor por Cristo, aun debían resplandecer en medio de la oscuridad, tal como lo dice el verso 10: “como entristecidos, pero siempre gozosos; como pobres, pero enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, pero poseyéndolo todo”.

  1. En nuestro andar con Cristo, ser genuino no tiene comparación.
  2. La autenticidad es irremplazable.

HG/MD

“Más bien, en todo nos presentamos como ministros de Dios: en mucha perseverancia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias” (2 Corintios 6:4).