Lectura: 1 Juan 1:5-10

Por cientos de años, los molinos fueron herramientas muy efectivas para diversos tipos de trabajos; por ejemplo, se usaron para bombear agua, para procesar granos y en los últimos años se modernizaron gracias a la aparición de las turbinas eólicas que se utilizan para generar electricidad.

De repente algo inesperado ocurrió con estos colosales molinos ultramodernos.  Los ingenieros a cargo de estos equipos, descubrieron que algo no andaba bien, pues estos aparatos funcionaban bien a bajas velocidades, pero al aumentar la velocidad, miles de insectos se adherían a las paletas y reducían la producción de energía.  Para evitar esto, los ingenieros optaron por lavar con regularidad las aspas limpiándolas así de insectos.

De igual manera cuando existe una acumulación de pecado en las vidas de los creyentes, sin duda causará problemas y para ello Dios proveyó una manera única de limpiar esa acumulación de pecado.  La receta la leemos en 1 Juan 1:9: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”.

Al igual que los molinos modernos, si no hacemos esto con frecuencia, poco a poco iremos perdiendo la energía necesaria para nuestro andar en Cristo.  Debemos tener claro que la energía proviene de Dios y no de nosotros mismos (2 Corintios 4:7).  Si tratamos de vivir la vida cristiana con nuestras propias fuerzas, nos sentiremos continuamente derrotados, como molinos llenos de insectos.

  1. Nuestro andar con Dios será más efectivo y eficiente si diariamente nos sacamos de encima la acumulación de pecado.
  • El pecado consume nuestro poder espiritual; la confesión ante el Señor lo restaura.  

HG/MD

“Con todo, tenemos este tesoro en vasos de barro para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros” (2 Corintios 4:7).