Lectura: Génesis 42:25-38

Pensó que no volvería a ver a dos de sus hijos y tenía mucho miedo por un tercer hijo.  Es por ello que dijo en Génesis 42:36, la siguiente declaración: “¡Contra mí son todas estas cosas!”

Recordemos nuevamente la historia. Una mayoría de los hijos de Jacob habían vendido a José, su hermano menor, a unos mercaderes para ser esclavo en Egipto.  Ahora, veinte años después, luego de un terrible tiempo de hambruna, no tenían más remedio que ir a Egipto a comprar grano, ya que allí  tenían las bodegas llenas, debido a la provisión divina dada a José.  Gracias a esta situación, José había pasado de ser esclavo preso en la cárcel, a una posición de privilegio, como encargado del suministro alimenticio de todo Egipto.

Cuando sus hermanos llegaron, José inmediatamente los reconoció, mas ellos no le reconocieron.  José los probó para ver si habían cambiado.  Hablando por medio de un intérprete, los trató duramente;  tomó a Simeón como rehén e hizo que pusieran  el dinero que traían, en sus mismos sacos de grano, para que pareciera que eran ladrones.  Cuando se dieron cuenta que el dinero estaba en sus sacos, se asustaron y tuvieron terror por las consecuencias de aquel hallazgo; pues ya José había exigido la presencia de Benjamín, el menor de la familia, para comprobar que no eran espías, ¿qué les pasaría ahora?

No es extraño que Jacob pensara que todo estaba perdido. ¡Pero cuán equivocado estaba!  Esa situación era tan sólo una durísima lección; traería como consecuencia la reunión de toda la familia, con un hijo al que consideraba muerto hacía más de 20 años.

Muchas son las ocasiones en las cuales tenemos ganas de decir como Jacob: “Contra mí son todas las cosas”. Si seguimos leyendo hasta el capítulo 45 de Génesis, observaremos lo que Dios finalmente hizo por Jacob.  Ahora permite que esta historia fortalezca tu fe en Dios, y recuerda lo que dijo Pablo en Romanos 8:28: “Y sabemos que Dios hace que todas las cosas ayuden para bien a los que lo aman; esto es, a los que son llamados conforme a su propósito”

  1. Al confiar verdaderamente en Dios, puede que la prueba que te atormenta, llegue a ser la respuesta que has estado esperando.
  1. Necesitamos ejercitar nuestra fe por medio de: la oración y lectura de su Palabra diariamente, la comunión con otros que comparten nuestra fe y anunciando el mensaje de salvación a otras personas que aún no le conocen.

HG/MD

“Y sabemos que Dios hace que todas las cosas ayuden para bien a los que lo aman; esto es, a los que son llamados conforme a su propósito.” Rom. 8:28

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