Lectura: Salmos 121:1-8

Siempre me han resultado fascinantes los datos que encontramos en el reino animal, por ejemplo, ¿sabías que las jirafas tienen el ciclo de sueño más breve de todos los mamíferos? Estos enormes animales tan sólo duermen breves periodos entre 10 y 120 minutos cada 24 horas, y debido a esta peculiar característica parecen estar siempre despiertos.

Esta es una enorme diferencia con los seres humanos quienes comúnmente dormimos un promedio de entre 6 a 8 horas diarias.  Si durmiéramos tan pocas horas como las jirafas, de seguro tendríamos un problema de insomnio.  No obstante, en el caso de ellas esto no es el síntoma de una enfermedad, sino de que simplemente Dios las ha hecho de esa forma.

Si pensamos que dormir tan sólo 2 horas es muy poco, ahora consideremos este concepto elevado a lo sumo, ¡el Señor NUNCA duerme!

Esta característica de Dios, expresada en el Salmo 121:3: “ni se adormecerá el que te guarda”, demuestra el genuino interés que tiene nuestro Creador por nosotros y el verso 5 de ese mismo Salmo lo reafirma: “El Señor es tu protector”.

Dios nos guarda, nos protege y nos cuida, Él nunca se cansa, y siempre está con nosotros indicándonos cuál es el mejor camino, tal como dice el antiguo canto: “Él nunca duerme, nunca se adormece.  Él me vigila de noche y de día”.

  1. Puede que creas que estás sólo y cansado por la ardua jornada, pero recuerda que el Señor en quien has confiado nunca duerme, ni se cansa (Salmos 121:8).
  2. Duerme tranquilo, el Señor vigila tu sueño.

HG/MD

“No permitirá que resbale tu pie ni se adormecerá el que te guarda” (Salmo 121:3).