Lectura: Salmo 55:1-8

Algunas personas han soñado con volar y levantarse entre las nubes para ver la vida desde puntos que jamás podrían haberse imaginado; sin embargo, con los años hemos visto que esos sueños cada vez son más cercanos, desde la invención del avión moderno a inicios del siglo pasado, hasta el desarrollo de los más modernos artefactos que hacen que volar sea un sueño cada vez más cercano para muchos.

El rey David también anhelaba tener alas para volar, pero por razones un tanto distintas a las de la mayoría.  En una época de su vida cuando era perseguido por sus enemigos que intentaban matarlo, él exclamó lo siguiente: “¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría y hallaría reposo” (Salmo 55:6).

Al igual que David, cuando nos enfrentamos a situaciones difíciles, malos tratos o angustias, quizás desearíamos tener alas para escapar volando de aquellos momentos.  Pero, nuestro Señor Jesús nos ofrece un mejor camino, en lugar de huir de los problemas, nos invita a volar hacia Él: “Vengan a mí, todos los que están fatigados y cargados, y yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma” (Mateo 11:28-29).

  1. En lugar de desear salir volando para escapar de las complicaciones, podemos llevárselas al Señor.
  2. Huir no puede darnos paz, pero Jesús sí puede hacerlo.

HG/MD

“Dije: “¡Quién me diese alas como de paloma!”. Volaría y hallaría reposo” (Salmo 55:6).