Lectura: Lucas 14:15-24

Los habitantes de un pueblo en California estaban muy preocupados por el aumento de accidentes de tránsito, debido a conductores imprudentes que utilizaban una carretera alterna que pasaba por su pueblo. 

Para acrecentar el problema, no tenían suficientes recursos para contratar a más oficiales que controlaran conductas imprudentes al volante. Así que, como solución, las autoridades del pueblo tomaron la decisión de reclutar en sus filas a oficiales de “plástico”.  Los maniquíes uniformados fueron colocados en antiguas unidades de policía que habían sido retiradas, a las cuales les aplicaron una mano rápida de pintura y unas pequeñas luces.

Por supuesto, estos oficiales no podían detener a nadie, pero si eran una fuerte advertencia visible y esto hacía que los conductores redujeran la velocidad inmediatamente; esta creativa forma de atender un problema real, ayudó a bajar la cifra de infracciones y accidentes de tránsito.

Como creyentes en Jesús, por supuesto no debemos engañar a nadie, sin importar que creamos que estamos haciendo algo bueno.  También, la obediencia pierde su importancia si sólo obedecemos por obligación.  Entonces, ¿Cuál debe ser nuestra forma de afrontar nuestras obligaciones? En realidad, debemos verlas como un privilegio; al hacer lo que le agrada a Dios le expresamos con hechos cuánto lo amamos, tal como nos hizo ver nuestro Señor Jesús: “Los que aceptan mis mandamientos y los obedecen son los que me aman.” (Juan 14:21).

  1. Hagamos lo correcto por la gratitud que debe abundar en nuestros corazones debido a Su gracia inmerecida.
  2. No necesitamos “oficiales de plástico” para obedecer; debe ser nuestro anhelo hacer lo correcto cada día.

HG/MD

“Los que aceptan mis mandamientos y los obedecen son los que me aman. Y, porque me aman a mí, mi Padre los amará a ellos. Y yo los amaré y me daré a conocer a cada uno de ellos.” (Juan 14:21).