Lectura: Filipenses 3:7-14

En las olimpiadas de 2008 que tuvieron lugar en la ciudad de Beijing, el experto en la prueba de rifle y medallista olímpico Matt Emmons, estaba listo para ratificar la medalla que había ganado en Atenas 2004. Ocupó el primer puesto durante buena parte de la competencia, y tan sólo tenía que hacer un disparo no tan exacto; pero algo salió mal, si le atinó al blanco… ¡pero por un descuido estaba apuntando al blanco que no le correspondía!  Ese enfoque inadecuado lo bajó del primer lugar y lo ubicó en el octavo puesto, lo cual le costó la medalla.

En su carta a los Filipenses, el apóstol Pablo les indica a sus lectores que deben centrar sus vidas en el objetivo o blanco correcto, en este caso en Jesús, “prosigo a la meta hacia el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:14).

El apóstol Pablo utiliza el término “meta”, de esta forma sus lectores se pueden imaginar a un atleta que corre, y cuyo objetivo final es acabar la carrera, esta es la misma palabra que se emplea para describir un blanco o “diana” al cual se le arrojan flechas o dardos.

Pablo utilizó el término griego “skopon” (meta, blanco, una marca en la que se fija el ojo), como referencia a una ilustración tomada de un atleta que corre una carrera. Es interesante observar que la misma palabra es empleaba también para describir un blanco al cual se le arrojan flechas. En ambos casos, la posibilidad de ganar depende de la capacidad para enfocar bien. Para el creyente, durante toda su vida, ese enfoque debe consistir en procurar parecerse cada día más a nuestro Salvador Jesucristo (Romanos 8:28-29).

  1. ¿Hacia dónde estás apuntando hoy? ¿Estás más preocupado por lo que no tienes en tu vida que en vivirla? Si eres un creyente, ¿buscas reflejar más el carácter y prioridades de Jesús en tu vida? (2 Corintios 3:18).
  2. Asegúrate que estás apuntando al blanco correcto, a nuestro amado Jesús.

HG/MD

“Por tanto, todos nosotros, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18).