Lectura: Lucas 21:1-4

Alguien ha calculado que si hubiéramos depositado en un banco las 2 blancas (en griego dos lepta, la más pequeña de las monedas judías) de la viuda a un interés del 4 por ciento compuesto semestralmente,  esa suma habría llegado a dar ganancias de 4,8 billones de trillones de dólares. ¿Qué posibilidades hay de que a una inversión tan pequeña se le deje crecer durante tanto tiempo?

En un sentido más significativo, la inversión de 2 blancas de la viuda sigue dando frutos y dividendos hasta nuestros días.   Sólo la eternidad revelará a cuántos del pueblo de Dios les ha tocado el sacrificio de esa mujer, y se han atrevido a seguir su ejemplo.

Para muchos, puede haber resultado en realizar un compromiso con Dios para la sabia administración de su dinero.  Para otros, puede haber sido la entrega de sí mismos y de sus talentos al servicio de Cristo y de su reino. ¿Cómo podemos empezar a estimar el valor eterno de todo lo bueno que esta ofrenda ha producido a lo largo de los siglos? Al igual que la viuda, los cristianos más pobres y menos talentosos pueden invertir en la eternidad, cuando lo que dan representa su sacrificio, devoción y amor a Cristo.

1. No hay que subestimar el potencial que nuestras pequeñas contribuciones pueden aportar a la causa de Cristo. Sólo en la eternidad serán revelados los verdaderos millonarios de este mundo. ¿Vamos a estar entre ellos?

2. El motivo del dador es más importante que la medida del don.

NPD/DDH