Lectura: 1 Juan 4:7-21

El dueño de un negocio colocó frente a su local un letrero flexible de plástico con las palabras: “Dios es amor”.  Una persona que pasaba en frente, observó el letrero moviéndose con la brisa; luego, con una sonrisa burlona preguntó: “¿Quiere decir que tu Dios es tan cambiante como el viento?”

El hombre negó con la cabeza y respondió: “No.  Lo que quiere decir es que independientemente de la dirección en la que sople el viento, ¡Dios sigue siendo amor!”.

La contundente afirmación “Dios es amor”, implica muchas verdades profundas, más que simplemente el hecho de que Dios demuestra su amor cualesquiera sean las circunstancias.  Implica que el amor es una de las características esenciales del carácter de Dios.  Nunca podremos ni siquiera sondear las profundidades de Su amor, ni siquiera en la eternidad. 

El apóstol Juan afirmó que podemos comenzar a entenderlo, en la medida que comprendamos las implicaciones de la cruz con la que Cristo tuvo que lidiar (1 Juan 4:9-10).  Cuando empecemos a comprender el tamaño y la grandeza del sacrificio de Jesús muriendo ahí solo, enfrentando todos los pecados de la humanidad, incluidos los tuyos y los míos, comenzaremos a vislumbrar la belleza maravillosa del corazón de Dios.

Juan continúo diciendo que, si Dios es amor, sus hijos deben parecerse a Él (1 Juan 4:11-21).  Por lo tanto, si en nuestros corazones no existe la mínima compasión por nuestros hermanos, si no nos emociona el sólo hecho de hablar de Jesús, debemos empezar a valorar seriamente la profundidad de nuestra fe.

  1. ¿Nuestra vida refleja el carácter y prioridades de Jesús?
  2. Una persona que conoce el amor de Dios, lo demuestra con hechos y palabras.

HG/MD

“El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor” (1 Juan 4:8).