Lectura: Génesis 1:27-31

Una vez vi un hermoso montaje de fotografías, en las cuales el artista había ubicado una cámara dirigida a un hermoso lago desde el cual se podía apreciar la puesta del sol, entonces durante todo un año en las diversas estaciones, tomó fotografías del atardecer.  Todas eran increíblemente maravillosas, y ninguna era igual a otra.  Al ver este montaje fotográfico, recordé una publicación en redes sociales que decía: “El atardecer es la increíble firma de Dios al finalizar el día”.

Verdaderamente podemos ver en cada atardecer la mano de Dios dibujando con su creativo pincel, y cada uno de nosotros también es una maravillosa obra de arte irrepetible.  Todas y cada una de las personas que han nacido y vivido en este mundo son distintas; si salimos cada día a caminar por las calles de la ciudad nos encontraremos con ese mosaico de rostros creado por Él.

La creatividad de Dios no tiene límites, y por eso también nos dotó de personalidad, habilidades, sentido del humor, talentos, gustos diferentes, tamaños, colores, todo fue obra de sus manos.

También en el cuerpo de Cristo que es su iglesia, podemos disfrutar de los diversos dones espirituales dados por Dios, los cuales sirven para mantenernos unidos, y pueden, al obrar juntos, cumplir con el propósito de Dios dándole gloria a Él.  Tal como lo describe el apóstol Pablo en 1 Corintios 12:4-6: “…hay diversidad de dones; pero el Espíritu es el mismo.  Hay también diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo.  También hay diversidad de actividades, pero el mismo Dios es el que realiza todas las cosas en todos”.

  1. Al mirar la naturaleza podemos apreciar fácilmente la firma del Creador en cada uno de sus detalles, mismos que son evidencia y nos deben ayudar a reconocer que Dios existe.
  2. Las diferentes habilidades y dones, deben hacer que juntos como un equipo logremos compartir con más personas el maravilloso mensaje de salvación.

HG/MD

“Dios vio todo lo que había hecho, y he aquí que era muy bueno. Y fue la tarde y fue la mañana del sexto día” (Génesis 1:31).