Lectura: Josué 5:13–6:5
Hace algunos años unos amigos tuvieron que enfrentar una situación muy complicada. Se habían decidido a vender la casa donde vivieron por muchos años, para mudarse a otro lugar donde habían conseguido un muy buen precio por un lote en un lugar que les encantaba, pero para construir en este nuevo lugar, primero tenían que vender su casa original.
Así que la pusieron en venta, y a los pocos días apareció una compradora que les ofreció un muy buen trato y quería la casa con mucha prontitud. Así que mientras preparaban los papales para la venta, iniciaron con la construcción de la otra casa con unos ahorros que tenían para emergencias, los cuales iban a devolver cuando se vendiera la otra casa.
El problema se dio cuando la compradora retiró la oferta y entonces tenían dos casas, una que podían continuar construyendo y otra que debían vender con urgencia, todo parecía no tener solución en ese momento, oraron mucho y pidieron a otros consejo y oración; finalmente luego de un par de meses lograron venderla.
De una manera similar Josué se encontró con la fortaleza de Jericó, tal vez sintió que enfrentaba una situación imposible (Josué 5:13–6:27). En ese preciso momento se le presentó un Príncipe con una espada desenvainada. Algunos teólogos piensan que era una cristofanía (una aparición de Jesús en el Antiguo Testamento). Josué le preguntó si ayudaría a los israelitas o al enemigo en la batalla, y aquel Varón respondió que a ninguno de los dos: “Yo soy el Jefe del Ejército del Señor, que he venido ahora” (Josué 5:14). Entonces, antes de dar otro paso, Josué lo adoró. Él no sabía cómo conquistaría Jericó, pero escuchó a Dios y lo adoró. Obedeció sus instrucciones y lo imposible sucedió.
- Muchas veces la vida te pondrá ante situaciones imposibles, por lo que debes orar y adorar a Dios en medio de esas circunstancias.
- Y, sobre todo: ¡obedécelo!
HG/MD
“Y el pueblo respondió a Josué: ¡Al Señor nuestro Dios serviremos, y su voz obedeceremos!” (Josué 24:24).
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