Lectura: Lucas 1:39-56

Sin duda, nadie hubiera estado preparado para estos acontecimientos, y María no fue la excepción. Cuando el ángel Gabriel le dijo: “¡Te saludo, muy favorecida! El Señor está contigo” (Lucas 1:28), es probable que le parecieran palabras muy buenas, pero seguramente María se preguntó ¿a qué se refiere?  Y muy pronto obtuvo la respuesta.

El ángel continuó: “… ¡No temas, María, ¡porque has hallado gracia ante Dios!  H aquí concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús” (Lucas 1:30-31).  Por supuesto, la reacción de María fue muy normal: “¿Cómo será esto? Porque yo no conozco varón” (Lucas 1:34).

María tuvo que asimilar muchos acontecimientos en segundos y lo que nos muestra el corazón de humildad y obediencia de María para con Dios, son las siguientes palabras: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lucas 1:38), y luego continúa reconociendo la santidad de Dios (v.49), Su misericordia (v.50), Su fortaleza (v.51,52), Su cuidado (v.53) y Su bondad para con Su pueblo (v.54-55).

  1. Aprendamos de María a confiar en Dios a pesar de nuestras dudas y temores alabándolo por Su grandeza.
  2. Los caminos de Dios, aunque en ocasiones difíciles de entender, merecen nuestra obediencia y alabanza.

HG/MD

“Por tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, vístanse de profunda compasión, de benignidad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia;” (Colosenses 3:12).