Lectura: Apocalipsis 1:9-18

Habían trabajado durante varios días ayudando a las víctimas de un desastre natural que había destruido muchas casas, en una zona donde vivían personas de pocos recursos.

Dada la magnitud del desastre, parecía que, aunque trabajaban con todas sus fuerzas y corazones, el esfuerzo no era suficiente y eso los llenaba de frustración y estrés.

Cuando estaban a punto de rendirse, de repente a lo lejos vieron personas que venían a ayudarles y uno de ellos les puso la mano en sus espaldas y les dijo: “Ánimo estamos aquí para trabajar con ustedes”.

Se trataba de familias que ya habían ayudado en otros casos, más algunos voluntarios quienes al oír en las noticias acerca del trabajo que estaban realizando, vinieron a unirse a las labores de reconstrucción.  Ese toque en la espalda y el deseo de muchos de ayudar a los demás, les recordó que Dios no los había abandonado y que estaba con ellos aun en aquellas circunstancias difíciles.

Juan, el discípulo amado, había sido desterrado a la isla de Patmos por predicar el evangelio, y estando allí escuchó: “una gran voz como de trompeta” (Apocalipsis 1:10).  Luego de eso, Dios le mostró una visión ante la cual Juan cayó “como muerto a sus pies” (v.17).  Juan estaba atemorizado ante lo que había visto, y entonces nuestro Señor lo consoló de la siguiente manera: “…puso sobre mí su mano derecha y me dijo: No temas. Yo soy el primero y el último” (v.17).

Dios tiene la buena costumbre de sacarnos a sus hijos e hijas fuera de la zona de confort para poder mostrarnos nuevas enseñanzas, ampliar nuestros horizontes y sobre todo para ayudarnos a crecer en Él.

  1. Crecer muchas veces demanda que pasemos por momentos complicados que llevan nuestra mirada hacia el cielo, de donde vendrá nuestro socorro y paz.  Recuerda, Dios tiene todo bajo control y puedes estar seguro de que estará ahí.
  2. Quizás sea momento para salir de tu zona de confort, expandir tus límites y empezar a descubrir nuevos desafíos y oportunidades en la vida, ¡ánimo!

HG/MD

“Y enseñándoles que guarden todas las cosas que les he mandado. Y he aquí, yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).