Lectura: Juan 7:37-46 El Mar Muerto es tan salado que no contiene peces o plantas. ¿Cómo se explica esta condición tan poco común? La razón es que el gran volumen de aguas que afluyen a este mar, no tienen ninguna salida. Muchas entradas sin salidas, igualan a las condiciones del mar muerto. Esta ley de la naturaleza se puede aplicar también a los creyentes, y esto explica por qué muchos creyentes son tan estériles y carentes de vitalidad espiritual. Es posible que algunas personas asistan a conferencias de la Biblia, escuchen transmisiones religiosas, estudien las Escrituras, y reciban continuamente la Palabra de Dios, a través de la predica desde el púlpito, mas sin embargo, parezcan sin vida y sin frutos en su vida cristiana. Tales individuos son como el mar Muerto. Tienen varias “entradas”, pero no tienen “puntos de salida”. Para ser creyentes vibrantes y útiles, no sólo debemos recibir todo lo que podamos, sino que también debemos de “dar a conocer o poner al servicio de los demás”, lo que hemos recibido. El deseo de todo creyente es que el Señor nos haga refrescantes fuentes donde las almas sedientas puedan beber. Gracias al Espíritu Santo, podemos ofrecer esa “agua de vida” que brinda el Señor y podemos ser canales de bendición para aquellos que lo necesiten. Con corazones llenos de amor, vamos a derramar a los demás lo que hemos recibido primeramente de Dios. Si lo hacemos, nunca nos convertiremos en creyentes tipo Mar Muerto. 1. Examina a conciencia la forma en la cual estás compartiendo con otros, las maravillas que estás aprendiendo de nuestro Señor. Si no estás satisfecho con la “salidas”, trata de enmendar esa situación y comunica a otros lo que Dios te ha dado de gracia. 2. Para ser un canal de bendición, deja fluir el amor de Cristo a través de ti. NPD/RDH