Lectura: Salmos 139:1-14

Hace algunos años un zoológico tuvo la idea de hacer una exposición especial de 5 días sobre una especie muy conocida por todos nosotros: el ser humano.

En la exposición se mostraban a una serie de actores realizando labores cotidianas que ejecutan las personas, tales como: ver televisión, hacer ejercicio, realizar trabajos, entre otras muchas actividades.  También se advertía sobre los riesgos a los que estamos expuestos como seres humanos, todo esto con el objetivo de tratar de hacer que las personas dejaran de sentirse especiales y se consideraran como cualquier otro animal que vive en la tierra.

Que contraste tan distante si lo comparamos con lo que dice la Palabra de Dios sobre la mayor obra de su creación, ya que Él nos hizo a su imagen y semejanza (Génesis 1:26-27; Salmos 139:14).

El rey David comenzó el salmo 119 celebrando que Dios lo conocía (vv.1-6).  Ciertamente, como un experto tejedor, el Señor nos formó tanto externa como internamente (vv.13-14), nos dio vida y la capacidad singular de relacionarnos con Él.  David estaba asombrado por formar parte de esa maravillosa obra maestra salida de las manos de Dios mismo (v.14).

  1. No te dejes engañar, sí eres especial, Dios te creo de una manera única e irrepetible, y con la capacidad de adorarle.
  2. Gracias Señor por habernos creado y por toda la misericordia con que nos has tratado, la cual incluye haber muerto por nosotros en una cruz, debido a tu gran amor por tu creación especial.

HG/MD

“Te doy gracias, porque has hecho maravillas. Maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien” (Salmos 139:14).