Lectura: Gálatas 2:11-21

En los tiempos actuales es cada vez más común ver noticias sobre empleadores que envían notificaciones de despido mediante un frío correo electrónico.  Y ni que decir de las personas que critican despiadadamente a los demás en redes sociales, en vez de decirlo cara a cara.

¿Será porque los avances tecnológicos en las comunicaciones nos han incapacitado para confrontar adecuadamente a las personas?

Quizás sería bueno dejar todo eso de lado e imitar al apóstol Pablo cuando se comunicó con Pedro después de haber tenido un desacuerdo.

El apóstol Pablo tuvo que confrontar a Pedro porque había puesto en peligro la gracia (Gálatas 2:11-16). Pedro había estado compartiendo con los gentiles, personas creyentes no judías, pero, cuando llegaron los judaizantes, quienes eran judíos que profesaban que los pecadores eran salvos por creer en Jesús y, además, por cumplir la ley de Moisés, se alejó de ellos.

Los marginó, aunque decía “ser” uno con ellos.  Al ver esa hipocresía, Pablo, con mucho amor, pero con contundencia, confrontó a Pedro porque se había acobardado ante un sistema legalista que carecía de poder para cambiar vidas.  Enérgicamente, le recordó que la gracia lleva a la libertad de la esclavitud del pecado y a la obediencia a Dios.

Tener conversaciones valientes con otros creyentes puede ser difícil, pero fomentan la pureza y la unidad. Podemos cumplir con nuestra responsabilidad mutua de hablar la verdad en amor (Efesios 4:15), al andar bajo el poder del Espíritu Santo.

  1. Puedes no estar de acuerdo con otros, pero guarda siempre el respeto y las buenas costumbres por las demás personas.
  2. Puedes tener conversaciones valientes con otros, pero siempre teniendo en mente que lo que estás defendiendo es un principio bíblico aplicable para este tiempo y no una creencia tuya que crees está bien, pero no tiene un respaldo bíblico.

HG/MD

“Sino que, siguiendo la verdad con amor, crezcamos en todo hacía aquel que es la cabeza: Cristo” (Efesios 4:15).