Lectura: Mateo 14:13-21

Estaba realizando algunas compras en el supermercado, me detuve en el pasillo de los lácteos y junto a mí se encontraba una dama bastante pequeña quien estaba concentrada viendo un lácteo ubicado en el estante superior; ella hizo un par de intentos y no pudo alcanzarla.

Cuando vi la situación y como era un poco más alto que ella, le ofrecí mi ayuda, y ella me dijo: “Vaya, ni siquiera lo había visto a mi lado, sí por favor, ayúdeme”.

En nuestra lectura devocional leímos cómo los discípulos estaban muy concentrados en un problema que los abrumaba, las multitudes hambrientas.  Ya era tarde y estaban bastante alejados de los pueblos más cercanos, así que le dijeron a Jesús: “El lugar es desierto, y la hora ya avanzada. Despide a la gente para que vayan a las aldeas y compren para sí algo de comer” (Mateo 14:15).

Lo que consiguieron de Jesús fue una respuesta que no esperaron: “…no tienen necesidad de irse. Denles ustedes de comer” (v.16); al verse con esa enorme responsabilidad sólo alcanzaron a decir: “No tenemos aquí sino cinco panes y dos pescados” (v.17).

Parecía que los discípulos sólo estaban conscientes de lo que “no” tenían, sin percatarse que junto a ellos estaba Jesús, el Creador y quien los sostenía (Colosenses 1:15-20). Él es el mismísimo Pan de Vida (Juan 6:35).

Muchas veces estamos tan abrumados por los desafíos de la vida que tratamos de resolverlos con nuestra perspectiva limitada, y no nos damos cuenta de la presencia permanente de Jesús en nuestra vida (Mateo 28:20).

  1. Ya sea que estés en frente del mayor de los desafíos de tu vida o que simplemente te encuentres en el supermercado, Emanuel: Dios con nosotros, siempre estará a tu lado.
  2. Toma conciencia siempre de la presencia constante de Dios en tu vida.

HG/MD

“Y enseñándoles que guarden todas las cosas que les he mandado. Y he aquí, yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).