Lectura: 2 Corintios 1:3-11

Cuando el comandante William Anderson y los tripulantes del submarino nuclear USS Nautilus (SSN-571) se sumergieron en las heladas aguas del hielo Ártico de Alaska el 1º de agosto de 1958, tenían una misión muy clara.

El hielo sólido sobre ellos tenía entre 3 y 16 metros de espesor, y por dos días se mantuvieron lejos del aire fresco y de la luz solar, llegando a un máximo de unos 167 metros bajo la superficie.  Al término de esos dos días, los 116 hombres salieron a la superficie, ellos fueron los primeros en llegar al Polo Norte, pero desde abajo.

Posiblemente, nunca experimentes condiciones como las que tuvieron que enfrentar en el USS Nautilus, pero a veces también te puedes sentir como si estuvieras confinado y en condiciones de gran presión, puede ser que se deba a una agenda muy apretada, una tentación persistente, o una situación que consideres insostenible.

En nuestra lectura devocional, el apóstol Pablo y su discípulo Timoteo, estaban pasando por situaciones que los llevaron al límite de sus fuerzas, “fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, hasta perder aun la esperanza de vivir” (2 Corintios 1:8).

Lo que les permitió salir con bien de esa situación fue aferrarse a tres principios:

  • Lo que sucedía era para que “no confiáramos en nosotros mismos sino en Dios” (v.9). Cuando pases por circunstancias complicadas, puede suceder que te veas tentado a alejarte de Dios y tratar de encontrar tu propia salida, pero es en esos momentos cuando necesitas aun más de Dios. 
  • Estaban completamente seguros de que Dios los “libró y nos libra de tan terrible muerte” (v.10).  Al igual que para el comandante y la tripulación del USS Nautilus, esta aventura no era la primera, ya habían pasado por otras situaciones límite y habían comprobado hasta donde podían soportar; ahora piensa en los momentos en los cuales has sentido la guía de Dios en tiempos complicados, entonces, ¿acaso Dios ha cambiado?
  • Con ellos había otros “cooperando a nuestro favor con ruegos” (v.11).  Ya sea que te des cuenta o no, hay muchas personas que están orando por ti en este momento, pueden ser amigos, hermanos, compañeros de trabajo o incluso extraños.

Así que tu también puedes aferrarte a estos tres principios que no cambian, al hacer esto empezarás a sentir como tu ánimo empieza a crecer y tu fe se acrecienta.

  1. Nunca estarás demasiado lejos ni te encontrarás en un abismo tan profundo, al que no pueda llegar Dios a rescatarte.
  2. ¡Ánimo!, no estás pasando algo que otros creyentes no hayan afrontado, el secreto del éxito está en tu decisión de cómo enfrentarlo; siempre teniendo el fundamento en Dios.

HG/MD

“Quien nos libró y nos libra de tan terrible muerte. Y en él hemos puesto nuestra esperanza de que aún nos librará” (2 Corintios 1:10).