Lectura: Salmos 90:10-17

Se ha dicho que nuestra vida es breve y para eso se han usado múltiples formas de expresarlo, por ejemplo: es como la bruma de la mañana, tan fugaz como un sueño, como el pájaro que vuela tras el néctar de las flores, o como una oración escrita sobre la arena del mar; y otros han ido más allá al decir que es como el guion “-”, que se ubica en las esquelas entre la fecha de nacimiento y la muerte.

Todos sentimos que nuestra vida parecía transcurrir más lentamente cuando éramos niños, pero a la medida que avanzamos en la carretera de la vida, parece que el tiempo se mueve con mayor rapidez.  Es más, muchos niños anhelan tener una mayor edad a la que tienen, mientras que muchos adultos afirman lo contrario, que desearían volver a ser niños.

No es malo ponderar la brevedad de la vida de vez en cuando, ya que es demasiado corta como para andar por ella descuidadamente.  Moisés lo describió extraordinariamente de la siguiente forma: “Enséñanos a contar nuestros días de tal manera que traigamos al corazón sabiduría” (Salmos 90:12).

Entonces, para sacar el máximo provecho de nuestra existencia, debemos atender a la voluntad de Dios, tal como lo describe el apóstol Pablo: “No se conformen a este mundo; más bien, transfórmense por la renovación de su entendimiento de modo que comprueben cuál sea la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2).

  1. Nunca es demasiado tarde como para entregarnos totalmente a Dios.
  2. No te limites a contar tus días, haz que tus días cuenten.

HG/MD

“Enséñanos a contar nuestros días de tal manera que traigamos al corazón sabiduría” (Salmos 90:12).