Lectura: Salmos 1:1-6

Las escrituras comparan tanto a hombres como mujeres que siguen los caminos de nuestro Señor, como a árboles fuertes, plantados junto a corrientes de aguas, frondosos y saludables (Salmos 1:3: 104:16).  Es por ello que debemos tener presentes algunos principios que evidencian que estamos creciendo sanos y fuertes como los árboles que se describen en los Salmos:

  1. Vivir para Dios. Cuando una persona tiene una relación sana y creciendo con Dios, su carácter reflejará las prioridades y carácter de Cristo.
  2. Ser firmes. Al estar arraigados a la Palabra de Dios, no serán movidos por tiempos de prueba y tentación.
  3. Seguir creciendo. Tal como los árboles sanos agregan anillos a su tronco cuando crecen, el creyente debe crecer constantemente en su gracia (2 Ped.3:18).
  4. Ser de bendición para otros. Algunos árboles dan comida, otros dan sombra, otros entregarán su madera para diferentes usos.  Así los creyentes deben ser portadores de buenas nuevas, serán de consuelo, darán su tiempo y dones en función del prójimo, todo por amor al Señor y como una forma de agradecimiento por habernos salvado.
  5. Estar saludables. Para que el Señor si así lo tiene a bien, nos trasplante donde seamos de utilidad para su obra.

Los creyentes así como los árboles, viven en función de ser útiles para su dueño y Señor, si es necesario llegan a ofrecerse a sí mismos, para cumplir la tarea.

  1. ¿Qué tipo de árbol eres, cuál es tu función en la vida? ¿Estás dando fruto, sombra, o madera para tu Señor?  ¿Necesitas que el Señor te pode, para que puedas crecer sano y productivo?
  1. Cuando el crecimiento se detiene, empiezan los problemas.

HG/MD

“Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo y su hoja no cae, y todo lo que hace prosperará” (Salmos 1:3).