Lectura: Filipenses 4:8-13

Vivimos tiempos complicados inmersos en una pandemia que ha estremecido al mundo entero, tanto desde el punto de vista de la salud como del financiero, y este tipo de acontecimientos nos pueden hacer sentir como si fuéramos los únicos que hemos sufrido este tipo de acontecimientos.

Pero, como humanidad hemos experimentado otras pandemias y sobre todo guerras que han llenado de dolor a las familias, tal es el caso de las personas que estuvieron encerradas en los campos de concentración. Sin embargo, a pesar de todo ese dolor, existen historias de valentía y capacidad de adaptación ante situaciones adversas, tal es el caso de Viktor Frankl, un psiquiatra austriaco quien estuvo encarcelado en el campo de Auschwitz donde intentaron despojarlo de todo lo que tenía; su papá, mamá, hermano y esposa murieron en campos de concentración, destruyeron sus estudios que como médico había realizado y lo hicieron trabajar en trabajos forzados. Todo lo que significaba algo en su vida fue destruido.

Finalmente, al ser liberado de Auschwitz, salió creyendo lo siguiente: “a un hombre se le puede quitar todo menos una cosa, la última de las libertades humanas: elegir la actitud personal en cualquier circunstancia”.

No podemos elegir nuestras circunstancias, pero lo que sí podemos escoger es nuestra actitud hacia ellas.  El apóstol Pablo nos ejemplificó cómo funciona ese principio al escribir: “… he aprendido a contentarme con lo que tengo.  Sé vivir en la pobreza, y sé vivir en la abundancia. En todo lugar y en todas las circunstancias he aprendido el secreto de hacer frente tanto a la hartura como al hambre, tanto a la abundancia como a la necesidad.  ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!”. (Filipenses 4:11-13).

  1. Sin importar la situación que vivamos, siempre podemos recurrir al poder de Cristo quien nos fortalece para enfrentarlas.
  2. Puedes elegir tener siempre una buena actitud.

HG/MD

“No lo digo porque tenga escasez pues he aprendido a contentarme con lo que tengo” (Filipenses 4:11).