Arqueología e historia

Por: GORDON GOVIER|1/ABRIL/2022

Lo más cerca que me he sentido al profeta Jeremías fue sentado en el fondo de una cisterna vacía. Hace unos veinte años me llevaron a un depósito de agua excavado en Jerusalén y me dijeron que esa podría haber sido la auténtica cisterna descrita en Jeremías 38:6 donde dejaron al profeta para que muriera de hambre cuando cuatro oficiales del gobierno decidieron que no les gustaban sus mensajes de Dios.

Me senté en un banco y levanté la vista hacia las paredes de piedra. Según el relato bíblico, Jeremías comenzó a hundirse en el barro.

Aunque quizá no fue en este lugar. ¿Quién podría asegurar que esta era la cisterna, misma que se había desenterrado en 1998, y no otra que no se había encontrado aún? O quizá nunca se encontraría. Podía imaginar al profeta atrapado en aquel lugar exacto, preguntándose si Dios lo rescataría, pero, sin encontrar «Jeremías» escrito en la pared, nadie podía asegurarlo.

Desde la época en la que yo estuve allí se han planteado varias preguntas acerca de esa cisterna, arrojando dudas sobre su papel en el drama de Jeremías. Sin embargo, no es un yacimiento que la gente visite estos días.

La arqueología puede acercarte muchísimo al mundo bíblico y, aun así, hacerte desear que ojalá alguien hubiera dejado una firma.

Pero cuando la gente sí encuentra firmas, es algo importante. En los últimos años, de hecho, los arqueólogos han venido encontrando impresos muchos sellos de arcilla que los antiguos israelitas utilizaban para asegurar el nudo de la cuerda que ataba un rollo.

En 2005, la arqueóloga israelí Eliat Mazar [enlaces en inglés] dirigió una excavación en la parte más antigua de Jerusalén. Su equipo encontró un sello impreso, y en ese sello de arcilla había un nombre: Jucal, el hijo de Selemías, uno de los hombres que arrojó a Jeremías a la cisterna.

Tres años después, Mazar anunció el descubrimiento de otro «bulla», como se llaman los sellos. Este también tenía un nombre: Gedalías (Guedalías), hijo de Pasur, otro de los oficiales de la historia de Jeremías 38.

Los dos villanos bíblicos parecieron volver a la vida con estos descubrimientos. Ellos habían tocado estos sellos, dejando sus nombres como evidencia física para ser descubiertos miles de años más tarde.

«Nada es más emocionante en una excavación que el descubrimiento de un sello o bulla», dice Scott Stripling, director del Instituto Arqueológico en el Seminario Bíblico de Katy, Texas. «A menudo hay huellas dactilares parciales o completas, lo que nos recuerda la conexión humana. Estas eran personas reales».

Los sellos de arcilla son difíciles de encontrar, pero se han vuelto más frecuentes desde 2005. Son pequeños, a menudo solo del tamaño de la yema del dedo. Y están hechos de arcilla, básicamente el mismo material que los arqueólogos están excavando, lo que los hace muy difíciles de distinguir. En los archivos de la revista de arqueología bíblica que yo edito, Artifax, he encontrado muy pocas menciones de los bullae desde principios de los 1990 hasta 2005.

Desde entonces, sin embargo, ha habido tantos descubrimientos de sellos de arcilla impresos que las noticias se han vuelto bastante comunes. Y algunos de los descubrimientos son tan destacables —incluyendo uno con el nombre del rey Ezequías y otro que puede que perteneciera al profeta Isaías— que a menudo conforman mi lista anual de los diez mejores descubrimientos [enlaces en inglés] en arqueología bíblica para Christianity Today.

Fuente: https://www.christianitytoday.com/ct/2022/april-web-only/cribado-agua-arqueologia-israel-bulla-sello-arcilla-es.html