Lectura: Salmos 139:7-18

Cuantos, en algún momento de tristeza o incluso de depresión, hemos recibo una pequeña muestra de amor que nos cambia el día, un mensaje de aliento de un amigo, una palmada sobre nuestro hombro, una felicitación de nuestro jefe o compañero por un trabajo bien hecho, un dibujo no tan bien hecho de un hijo o hija con un te quiero al final, o una simple carita feliz acompañada por una frase: “Que tengas un lindo día, bendiciones”.

Es una sensación maravillosa que puede cambiar la forma en que nos sentimos. Cuando esas pequeñas cosas suceden, nuestra soledad o tristeza se desvanecen rápidamente.

Al leer el Salmo de la lectura bíblica referida, nos encontramos con esta increíble lección sobre el cuidado personal de Dios: “¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos!  Si los enumerara, serían más que la arena. Despierto, y aún estoy contigo” (Salmos 139:17-18).

No sabemos a ciencia cierta, cuáles eran las circunstancias por las que estaba pasando David en el momento que escribió este hermoso Salmo.  Puede que haya tenido muchas noches de insomnio o que se sintiera muy emocionado al pensar en la bondad y misericordia inmerecida de nuestro Señor.  Sin importar el contexto, todo indica que David estaba muy consciente de la presencia de Dios en su vida, aun mientras dormía, tanto que no podía contar sus pensamientos.

  1. La próxima vez que te sientas sólo, recuerda que el Padre Celestial envió a Jesús a morir por tus pecados, te tiene presente siempre y te está diciendo: Te amo.

 

  1. Pasar tiempo a solas con Dios, ayuda a alejar cualquier sentimiento de tristeza.

HG/MD

“¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos!” (Salmos 139:17).