Lectura: Hebreos 13:1-8

Luego de la muerte de su esposo, Lucía cayó en una depresión que la apartó de sus amigos y la aisló en su apartamento de la populosa ciudad donde vivía; estaba rodeada de personas y sin embargo ella se sentía sola.

Lucía no es la única persona en sentirse de esta manera, existen estadísticas muy preocupantes sobre la soledad.  De hecho, en el informe del año 2021, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reveló que entre el 20% y el 34% de las personas mayores en China, Europa, América Latina y los Estados Unidos, se sienten solas.

Las causas de la soledad son abundantes, entre ellas podemos destacar las siguientes: creer que nos podemos cuidar a nosotros mismos, no relacionarnos con nadie, permitir que la tecnología nos aleje de otros.

Creo que en algún momento todos nos hemos sentido solos, y es por ello que como creyentes debemos buscar a compañeros creyentes que compartan de forma general nuestra fe.  En la carta a los Hebreos, el autor nos alienta a reunirnos constantemente (10:25).

Todos necesitamos una familia y la podemos encontrar en la iglesia, la familia de Dios.  El Señor nos llama a amarnos como hermanos y a ser hospitalarios (13:1-2), esto con el propósito de que todos nos sintamos acompañados, amados y alentados.

  1. Tú puedes ser esa familia para alguien que necesita ser amado como un hermano.
  2. Si estás cansado, ven a Jesús, Él prometió que nunca te abandonará, que te hará reposar y sentirte parte de su familia si le permites que entre a tu vida como Señor y Salvador (Mateo 11:28-30; Juan 3:16; Hebreos 13:5).

HG/MD

“No dejemos de congregarnos, como algunos tienen por costumbre; más bien, exhortémonos, y con mayor razón cuando vemos que el día se acerca” (Hebreos 10:25).