Lectura: Lucas 22:54-65
Es muy triste escuchar historias de cómo muchos jóvenes están siendo acosados socialmente. Esto puede crear múltiples niveles de daño en las personas; tan sólo por indicar dos, las heridas psicológicas que esto causa en el acosado son terribles y además, hay una herida muy profunda que puede terminar siendo más dañina que la primera: el silencio de los demás quienes saben lo que sucede y no dicen nada.
Esto daña al intimidado porque lo abruma al punto que nadie quiere ayudarlo, lo cual a menudo intensifica el descaro y la maldad de los amedrentadores. Y, peor aún, aumenta la vergüenza, el sentimiento de culpa y la soledad de la víctima. Por eso, es imperativo defender al que sufre y condenar el comportamiento de los agresores, “Abre tu boca por el mudo en el juicio de todos los desafortunados” (Proverbios 31:8).
Nuestro Señor Jesús sabe perfectamente lo que se siente ser acosado y abandonado en el sufrimiento. Sin causa, lo arrestaron, lo golpearon y se burlaron de Él (Lucas 22:63-65). Mateo 26:56 declara que “todos los discípulos le abandonaron y huyeron”. Incluso Pedro, uno de sus amigos más cercanos, negó conocerlo tres veces (Lucas 22:61). Aunque otros no puedan entender por completo, Jesús sí lo hace.
- Cuando vemos que hieren a otros, pidámosle al Señor que nos dé valor para hablar sin temor.
- Sé valiente por otros que necesitan ayuda para continuar.
HG/MD
“Abre tu boca por el mudo en el juicio de todos los desafortunados” (Proverbios 31:8).
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